Opinión de la Suzuki GSX 650 F
Mi opinión sobre la Suzuki GSX650F
MI PRIMERA MOTO GRANDE
A los 19 años, con el carné A recién aprobado —en aquellos tiempos no existía lo del A2—, tenía claro que lo primero que iba a hacer era comprarme una moto. Ya tenía en casa la Honda Dominator NX 250, pero quería una grande.
Una moto que durante mucho tiempo tuve en mente, desde que me entró en el cuerpo esta afición rondando los 14 años, es la BMW F 650 GS Dakar, y era la versión Dakar y no la estándar por su estética y por su apariencia más apta para un uso off road. Afortunadamente, no fue esa la moto elegida ya que cuando obtuve el carné, esa moto ya solo se podía adquirir de segunda mano. Digo lo de afortunadamente porque mucho tiempo después pude probar la versión estándar y me decepcionó mucho, y lo que me decepcionó de ella es exactamente lo mismo en ambas versiones.
Otra moto que también me gustaba mucho y que cuanto más cerca estaba de sacarme el carné, más convencido estaba de ella era la Honda CBR 600 F. Nada que ver con el mundo trail que tanto me gustaba, pero también me llamaban la atención las deportivas y esta tenía el estilo de las deportivas con características cercanas a ellas, pero sin renunciar a esa mayor comodidad que ofrecen otro estilo de motos. Sin embargo, para cuando pude tener el carné, esa moto se dejó de comercializar y aunque volvería a salir al mercado otras versiones más modernas, en esos momentos no existía la opción de comprarla nueva.
Y al poco de haberme sacado el carné, un compañero del trabajo me enseñó un folleto de una moto que acababan de estrenar. Solo hizo un comentario, solo uno: “Está guapa”, fue suficiente para que yo pusiera mi atención en ella, hablo de la Suzuki GSX 650 F. Muy del estilo de la CBR F, con una estética cercana a las deportivas de Suzuki, pero con cualidades de moto rutera. Por peso y potencia, no era tan deportiva como la otra, pero a mí me entró por los ojos y a veces eso es suficiente. Otro punto muy a favor fue su precio, unos 6.000 euros era la oferta en ese momento.
Unos dos meses después de que mi compañero hiciera aquel comentario y prácticamente a ciegas por no saber mucho de la moto, ya la tenía en mi garaje, y siguió estando allí durante más de doce años después.
LO QUE MENOS ME GUSTA
Las cosas buenas que tiene esta moto, seguramente, no serán lo suficientemente poderosas como para llamar la atención, pero igualmente, tiene muy pocas cosas malas y creo que las que tiene tampoco son importantes.
Anticuada recién estrenada: Teniendo en cuenta su precio, no es algo muy a tener en cuenta, pero debo incluir esto en el listado. Lo que hicieron fue coger la Bandit 650, una moto que no destacaba por ser moderna, y ponerle un carenado junto con un cuadro de instrumentos distintos. Aprovecharon en gran medida el faro y careta de la GSX R 1000 de temporadas anteriores y algún que otro elemento de otros modelos también de otras temporadas. Eso afectó principalmente a la estética.
La estética de esta moto, recién estrenada, ya estaba algo obsoleta, resultado de intentar imitar versiones de GSX más antiguas. Motos con las que competía, como la Kawasaki ER-6F, tenían una estética muchísimo más actual. No obstante, para gustos los colores y a mí, como ya dije antes, embelesado de motos más antiguas, me entró por los ojos, me encantó y me encanta tal y como es.
Y añadiré que creo que el paso de los años ha favorecido a esta moto en cuanto a imagen, ha envejecido muy bien. En sus últimos momentos conmigo, cuando la gente me preguntaba cuántos años tenía la moto, se sorprendían al decir que tenía más de 12 porque, ciertamente, no parece que sea tan antigua.
El tubo de escape y el sonido: El tubo de escape, en concordancia con la estética de motos más antiguas, estaba claramente desfasado. Un enorme y pesado tubo que sobresalía demasiado. Y su sonido tampoco me terminaba de convencer, me recordaba al de un aspirador. Bastante bajito, aunque feo tampoco era.
El sonido del motor, que podía oír si prestaba atención, sí era feo; aunque al final, era el del escape el que oía.
Lo que alumbra: Su faro a mí me parece muy bonito y, nadie lo pondrá en duda, aerodinámico es. Ahora bien, en cuanto a su función, que es la de alumbrar, no le pongo buena nota. De día es como no llevar nada, todos me lo decían y yo lo pude comprobar en alguna ocasión, que no se ve nada. Por el día su luz no es para que el conductor vea, sino para que el resto de usuarios de la vía vean la moto y, como ya he dicho, llevar la luz es lo mismo que no llevarla.
Lo único bueno es que su luz de largo alcance no molesta al resto de conductores, así que si quieres que te vean por el día, puedes ir con las largas sin deslumbrar a nadie.
Luego, por la noche su luz es suficiente para ver por donde se va, pero desde luego, también es muy mejorable.
La frenada: Otra de las cosas en las que esta moto no destaca son los frenos. Cuando yo la compré no existía la versión con ABS así que la mía era de las que no tenían y por lo tanto, yo hablo de la versión sin ABS.
A velocidades legales los frenos me parecían suficientes y la verdad, es que nunca me dejaron vendidos; pero creo que merecen estar en esta lista. La moto puede circular a velocidades muy superiores, por lo que yo entiendo que debería estar preparada para ello y no, no veía yo que la moto fuera muy capaz de hacer una buena frenada si superaba los límites.
La información de su cuadro: Hoy hasta la moto más cutre lleva toda la información, pero en los tiempos de esta moto no era tan común. Sin embargo, incluyo esto en la lista porque otras motos de la época de precios similares sí contaban con ello.
El cuadro de mandos de la moto, incluso hoy, me parece bonito mientras que otros, como el de la V-Strom 650 de aquella época, me parecen muy anticuados; sin embargo, tiene sus carencias. No pido que informe de los kilómetros que la quedan de autonomía, de la temperatura exterior y, desde luego mucho menos, que me avise cuando las ruedas vayan bajas de aire; pero muchas veces eché en falta la información de la temperatura del motor.
El peso: Su peso —unos 250 kg en orden de marcha— es más propio de motos de mayor cilindrada y mejores prestaciones, así que creo que debo incluirlo en este listado; aunque en realidad, para mí sea una ventaja.
El peso afecta negativamente a la aceleración, a la frenada, a la hora de mover la moto en parado, para cambiar rápidamente de inclinación cuando vamos en marcha y cuando nos toca levantarla del suelo. Sin embargo, el elevado peso contribuye a que la moto se sienta mucho más estable, cosa que yo agradezco muchísimo, y a que cuando llevamos acompañante, no notemos apenas diferencia de cuando vamos solos ya que sigue teniendo su centro de gravedad en la parte delantera.
Y también hay que decir que tiene un centro de gravedad muy bajo, por lo que en marcha se mueve muy bien.
LO QUE MÁS ME GUSTA
No hay que dejar de tener claro que lo que me gusta o no me gusta a mí no tiene por qué coincidir con la opinión de otros, muchas de estas cosas son muy subjetivas.
Sonido del tubo de escape: No me estoy contradiciendo, si hablamos del de serie, para mí es un punto negativo; pero lo incluyo en este apartado porque una vez modificado, os aseguro que el principal motivo de que me diera mucha pena venderla fue el cómo sonaba: sin duda, era su principal virtud.
270 euros fue lo que me costó hacer la gran transformación, el escape elegido fue el Mivv X-Cone. 5 kilos menos de peso —teniendo en cuenta que ese peso lo carga en la parte trasera y en un lateral, es mucho—, supuestamente 2 cv más de potencia, una estética para mí infinitamente más moderna y un sonido espectacular fueron los resultados.
Incluso con db-killer sonaba de miedo, a las revoluciones que fuera, parecía que iba en un fórmula uno y me invitaba a darla caña. Con el X-Cone la experiencia de conducción era completamente otra, mejoró una barbaridad.
También hay que decir que el sonido de la moto no deja de ser un elemento de seguridad pues con esta moto, igual los coches no me veían, pero os aseguro que sabían que estaba ahí por el sonido.
Luego, sin db-killer sonaba igual de bonita, pero a un volumen terrible, una gozada si quería dar el cante y que todo el mundo buscara de dónde venía esa bestialidad de sonido; pero nada recomendable para un viaje ya que incluso hasta los 160 km/h, el sonido me iba taladrando la cabeza.
Su suavidad: Otra cosa que echo mucho de menos es la sensación que me daba al conducirla, con una ausencia total de vibraciones, parecía que iba como flotando. No sé si es característico de todas las tetracilíndricas, pero esta moto desde luego era así.
Fiabilidad: Dicen que las marcas japonesas son las más fiables, no sé si ahora, con toda la electrónica que incluyen, sigue siendo así; pero esta cumplió con las expectativas.
Era un motor ya muy rodado pues aunque estrené modelo, en realidad, no dejaba de ser la más que probada Bandit con distinto carenado. En los más de 12 años que la he tenido, los únicos problemas que dio fueron que el tapón del radiador dejó de funcionar y que el sensor del punto neutro bailaba alguna vez, problemas que solucioné con poco dinero.
Además, es una moto relativamente sencilla, por lo que muchas reparaciones y sobre todo, la mayoría de los mantenimientos se puede hacer en casa fácilmente.
Aerodinámica: El dicho de que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde es muy cierto. Nunca me había dado cuenta de ello, pero ahora que tengo otra moto, puedo asegurar que tanto el carenado como el parabrisas de serie de esta Suzuki protegen muy bien del viento, y eso que su parabrisas no es gran cosa. Quizá sea por la inclinación del parabrisas o por la posición del piloto, pero el viento no me molestaba en la cabeza absolutamente nada.
El asiento: Un asiento muy ancho, largo y nada duro.
La anchura no me suponía ningún problema ya que la moto es bajita —el asiento a 770 mm— y no afecta para nada a la hora de pisar el suelo con los pies, pero sí es algo que creo que aporta a que sea más confortable. Un asiento espacioso que permite jugar con distintas posturas, se puede ir más vertical si echamos el trasero hacia delante o mucho más estirado y con una posición más deportiva si lo pegamos atrás. Lo de que permita adoptar distintas posturas es algo muy bueno a la hora de estar mucho tiempo encima de la moto, retrasa mucho la fatiga.
La parte del acompañante también es generosa y si cuenta con un top case, como tenía la mía, el acompañante irá especialmente cómodo; aunque, eso sí es verdad, esta parte del asiento es bastante resbaladiza. Por el material en que está hecho y al caer hacia adelante, muchas veces el acompañante se resbala cayendo contra el piloto, esto se soluciona colocando una malla antideslizante en la parte del copiloto.
Su sistema de limitación: Cuando me saqué el carné, no existía lo del A2, pero sí una normativa que exigía limitar la moto hasta 34 caballos —25 kw — durante los dos primeros años del A.
Muchas motos limitadas llevan una precinta que descubre si la has deslimitado o no y muchas otras, aunque no lleven esa precinta, solo se pueden deslimitar si cuentas con un equipo concreto para ello. Esta moto no y no puede ser más sencilla en esto. No he visto ningún otro modelo que cuente con este sistema u otro de similar facilidad —lo cual no quiere decir que no exista—.
Yo la tuve que limitar y, a parte del proceso correspondiente para que quedara reflejado en su documentación, lo que me dieron fue una pequeña centralita que se conectaba debajo del asiento. Sin precintas, sin tener que conectar a ningún ordenador y sin necesidad de herramientas, tan solo enchufar una pequeña petaca debajo del asiento y ya está. Sin posibilidad de saber si se ha manipulado o no, da la posibilidad de probar la moto tanto limitada como sin limitación, independientemente de cómo tenga que ir su conductor y qué cambios tenga que hacer en la documentación para ser legal.
Calidad / precio: Desde luego, el punto fuerte que yo vi a esta moto fue su calidad teniendo en cuenta su precio. Con la oferta de su momento, en mi caso no llegaron ni a los 6.000 euros y después creo que su venta se quedó sobre los 7.000. Pocas alternativas tan buenas existían por esos precios, incluso las mejores opciones que existen hoy por esos precios, bajo mi punto de vista, no son mejores que esta moto y me atrevo a decir más, no llegan al nivel si tenemos en cuenta la antigüedad de esta.
EN AUTOVÍA
En autovía y vías de largas rectas, como en cualquier moto, me resultaba muy cansado. Esta moto tiene cualidades a su favor en este medio como la ausencia de vibraciones, su aplomo debido a su peso, su buena aerodinámica o su amplio asiento; pero también sus cosas en contra como que, aunque no tanto como en una deportiva, se va bastante encogido de piernas.
Si contara con un control de crucero —el sistema que te permite circular a una velocidad constante sin la necesidad de ir accionando el acelerador—, consideraría esta moto muy apta para este tipo de vías.
Otra cosa buena es que a una velocidad constante sobre los 135 km/h —cuando hablo de velocidad, hablo de la que pone el marcador, que siempre es mayor a la real—, la moto consume una media de 4,5 litros a los 100 km, por lo que podía superar los 400 kilómetros de autonomía.
EN CIUDAD
La moto pesa mucho, por lo que para manejarte con ella en parado puede resultar complicado a veces, sobre todo en cuestas. Pero en marcha la verdad es que yo me manejaba muy bien. No es nada ancha, por lo que se puede meter bien uno entre los obstáculos.
Su pega es que el radio de giro es bastante escaso y a la hora de hacer maniobras en parado que incluyan giros, muchas veces hay que hacerlas de varias veces.
En definitiva, aunque no la mejor, muy válida en este medio.
SU PASO POR CURVA
Cuando llevaba un tiempo sin tomar curvas con ella y me disponía a tomarlas por primera vez después de ese tiempo, es verdad que las primeras curvas se me atravesaban un poco, por lo que creo, y digo creo porque igual es algo que solo me pasa a mí, que no es la moto que más fácil pone las cosas en este tipo de vías. Hay que tener en cuenta que no tiene mucho radio de giro, que la moto pesa lo suyo y que su manillar no se caracteriza por ser ancho, elementos que no ayudan. Ahora bien, cuando ya había tomado unas cuantas curvas, me hacía a la moto y empezaba a disfrutar con ella.
Tengo claro que la moto destaca en las curvas más abiertas y rápidas, ahí era cuando me lucía. Su peso, aunque un contra a la hora de mover la moto de un lado a otro, también es algo bueno por la estabilidad que da, carece de amortiguador de dirección y sin embargo, nunca lo eché en falta. Y cuando he ido a tomar curvas llevando detrás acompañante, la cosa no solo no empeoraba, sino que me atrevo a decir que mejoraba.
Otra cosa que tiene a favor esta moto es que sus revoluciones tienen la zona roja a partir de las 12.500, lo que me daba mucho juego para tomar una curva sin necesidad de cambiar de marcha.
He de decir que cuando hacía este tipo de conducción, el consumo de la moto me subía a unos 5,5 litros a los 100 km.
RESPUESTA DEL MOTOR
Es una moto muy pesada y aunque hoy lo normal es que las de 650 cc tengan menos caballos que esta, en su momento, para ser una sport-turismo, muchos no tenía —85 cv declarados— por lo que en aceleración no destacaba.
En realidad, todo es relativo porque lo de que no destacaba dependerá de con qué moto la comparemos: había muchas motos de cilindrada y estilo similar que tenían mejor aceleración, pero también había muchas otras que la tenían peor; así que se puede decir que estaba dentro de la media.
En marchas cortas, cuando aceleraba a fondo desde abajo, al principio parecía como que la costaba un poco, pero en cuanto subían algo las revoluciones, enganchaba y me pegaba el empujón hacia atrás. Lo bueno es que podía acelerar a fondo sin el miedo de que me hiciera el caballito —no tiene control de tracción, como la inmensa mayoría de esa época—, esta moto no lo hace si no te ayudas del embrague.
Luego, en marchas largas, la moto seguía respondiendo bien. Cuando quería hacer un adelantamiento rápido, bajaba a quinta o cuarta y le retorcía la oreja, y la moto respondía muy bien, se pone a 190 km/h sin despeinarse: nunca tuve la sensación de que se quedara corta. La moto tiene una velocidad máxima de unos 240 km/h de marcador.
CONCLUSIONES
Si he tenido esta moto durante más de 12 años, es porque me encanta. No la vendí ni porque me cansara de ella ni porque le empezaran a fallar cositas, el motivo fue que ahora quería una trail grande para poder incluir incursiones off road en los viajes. Obviamente, teniendo la Honda Dominator pequeña, va a ser esa la que me lleve para las salidas exclusivas de off road, aunque me la tenga que llevar en el remolque si la ruta está muy lejos de casa; pero para hacer viajes mixtos, no es suficiente. Y como tampoco me quería juntar con cuatro motos en casa —también tengo una clásica Bultaco Mercurio 155—, me pareció que lo más sensato era sustituir la Suzuki.
No es una moto deportiva y no es una moto turismo, pero tiene mucho de ambos estilos. La compré sin saber mucho de ella y sin haberla probado, pero el acierto fue total: era justo lo que necesitaba, una moto cómoda que me permitiera divertirme en pequeñas salidas y hacer algún que otro viaje.
Pensando en la actualidad, creo que es una opción inmejorable para el que tenga el carné A2 y busque una moto de carretera. Obviamente, ya solo se puede adquirir de segunda mano, pero teniendo en cuenta su fiabilidad, yo me decantaría por esta opción sin pensarlo. Puede que para la antigüedad que tienen, baratas no estén, pero el día que se quiera revender, no se perderá apenas dinero. Y hay que tener muy en cuenta lo que expliqué sobre su sistema de limitación.
En fin, una moto que echaré mucho de menos.
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